Premio Rafael Azcona
Editorial Pepitas de calabaza

Hay un Rafael Azcona fundamental, del origen, que es el Azcona narrador y poeta, previo –y a continuación, simultáneo– al Azcona viñetista para La Codorniz y Pueblo y al guionista cinematográfico. Antes de su dedicación a la escritura para la pantalla, Azcona practicó la lírica provincial y la narrativa, y su traslado “de consonantes” –como él decía– a Madrid fue alentado por la vocación y la ambición literarias. Y así, desde mediados de los años cincuenta, a la vez que en su vida se cruzaba el cine y convertido ya en un valor del humorismo literario y gráfico, publicó novelas y relatos sobre asuntos que trataban de las aristas más humanas –por domésticas, delicadas, agrias y grotescas, cuando no directamente trágicas– de la cotidianidad y del fracaso de los empeños y deseos que ilusamente nos mueven. Y lo hizo a lo largo de una década, dando como resultado una secuencia de textos –que con el tiempo se inscriben por derecho entre lo capital de la generación literaria de los cincuenta– que él mismo tuvo el coraje y la necesidad de reescribir casi en su totalidad a finales de los años noventa, para abordarlos de nuevo con
una libertad y explicitud que no disfrutó en el momento de enfrentarse a ellos por primera vez, marcado por la autocensura. Un hecho sin precedentes en la
literatura española, que tuvo como primer resultado el volumen Estrafalario/ 1 (Alfaguara, 1999).

Pepitas de calabaza –sello logroñés de proyección nacional e internacional, que cumplió su 25 aniversario en 2023– le viene dedicando a la obra y persona de Rafael Azcona una muy especial, cuidada e incesante atención editorial desde que en 2007 publicó las Memorias de un señor bajito, que cuenta ya con varias ediciones. Le seguiría la edición entre 2012 y 2017 y en tres volúmenes del “Todo Azcona” en La Codorniz; en 2018 la antología de artículos Viaje a una sala de fiestas y otros  artículos dispersos (1952-1959), realizada por Santiago Aguilar, y en 2019 Los europeos, la que es considerada una de sus mejores obras. En este año 2024 y en Octubre Corto, Pepitas de Calabaza, presenta un gran y esmerado estuche, con ilustraciones de Carlos Baonza, que reúne lo que podíamos considerar “narrativa mayor” de Rafael Azcona, y que incluye las reescrituras que su autor dio como definitivas de Vida del repelente niño Vicente, Los muertos no se tocan, nene, El pisito, Memorias de un señor bajito, Los ilusos, El cochecito y Los europeos, y las primeras –pero nunca reescritas, a excepción del relato Paralítico (que acabará siendo El cochecito)– Cuando el toro se llama Felipe –no reeditada desde 1956– y el excepcional tríptico Pobre, paralítico y muerto (1960).